😇 San Agustin
- Padre Santy T.
- 21 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Lleven mutuamente sus cargas
Contaba el santo, acerca de ayudarse mutuamente a cargar las cruces:
“Mientras estamos en esta vida, es decir, en este camino, procuremos llevar mutuamente nuestras cargas para que merezcamos llegar a aquella vida que carece de toda carga. Por ejemplo, fíjense en los ciervos, cómo algunos expertos en estas materias han escrito: cuando atraviesan un brazo de mar hasta una isla en busca de pastos, se organizan de tal modo, que portan, los unos sobre los otros, las cargas de sus cabezas con la cornamente; de tal manera que el que va detrás coloca su cabeza sobre el anterior, manteniendo el cuello levantado.
Y, como el primero de todos no tiene, delante de él en quien apoyar la cabeza, dicen que hacen lo siguiente por turno: que cuando el que va primero se ha cansado de la carga de su cabeza, se coloca detrás del último, y le sucede aquel cuya cabeza sostenía cuando iba él primero.
De ese modo, soportando sus cargas mutuamente pasan el brazo de mar hasta llegar a tierra firme."
El misterio de la Trinidad
Cierta vez, se paseaba San Agustín, cerca de una playa, meditando sobre la Santísima Trinidad y cómo era posible que hubiera 3 Personas en un mismo y único Dios.
En esto, se encuentra con un niño que, sentado en la arena, intentaba llenar un baldecito con arena.
El santo, entonces, le pregunta:
- ¿Qué estás haciendo?
A lo que el niño le responde:
- Quiero poner toda la arena de esta playa en este baldecito.
- ¡Pero eso es imposible!
- No más imposible de lo que es para ti entender o explicar el misterio de la Santísima Trinidad.
Dicho esto, el muchachito desapareció.
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