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SAN JUAN DE LA CRUZ

  • Foto del escritor: Padre Santy T.
    Padre Santy T.
  • 21 mar 2020
  • 2 Min. de lectura



Festividad: 14 de diciembre
Nacionalidad: española
Patrón: vida contemplativa, místicos, poetas españoles.

ORACIÓN I

Vuestro emblema fue siempre padecer y ser despreciado. ¡Oh, si pudiese yo al menos resignarme en mis tribulaciones, ya que no soy tan generoso como tu en el padecer y ser despreciado! A ti, pues, que en tantos sufrimientos fuisteis siempre paciente, resignado y gozoso, a ti me encomiendo para que me enseñéis a resignarme en mis muchas penas. Tampoco me faltan fuertes pesares y pesadas cruces, y muy a menudo cansado y desalentado me quedo..., me abato..., y caigo. Ten compasión de mí, y ayúdame a llevar con resignación y gozo mis cruces, con la mirada siempre vuelta al cielo. Os tomo por protector mío, por mi maestro y mi guía aquí en la tierra, para ser vuestro compañero en la patria del Paraíso. Amén.

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ORACIÓN II


Glorioso Padre nuestro San Juan de la Cruz, a quien el Señor quiso destinar para compartir con la Santa Madre Teresa los trabajos de la insigne Reforma de la Orden del Carmelo, hasta poblar a España de monasterios de descalzos que hicieron célebre vuestro nombre, y venerada vuestra memoria: yo os felicito porque os cupo tan gran dicha, así como por la felicidad de que gozáis en el cielo, en justo premio de tantas y tan grandes virtudes; y os pido, Santo Padre mío, me alcancéis de Dios un gran amor a la Sacratísima Virgen María, que fue el principal distintivo de vuestra gloriosa vida, para que, sirviéndola aquí en la tierra, pueda gozar de ella con Vos en el Cielo. Amén.

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ORACIÓN III


¡Glorioso San Juan de la Cruz, verdadero modelo de inocencia y penitencia! yo os felicito por la victoria que alcanzasteis sobre vuestros enemigos y por la gloria, grandeza y poder de que gozáis. Reformador de la Orden Carmelitana, reformad mi alma, llena de miserias, haciendo que conozca lo perecedero de este mundo, para despreciarlo, y lo sólido y constante de la virtud, para amarla. Consejero intimo de Santa Teresa de Jesús, inducid mi espíritu a que constantemente busque y alegremente abrace la perfección cristiana, para que, si un día, preguntado por Dios, que es lo que quiero por mis trabajos, pueda responder, como vos respondisteis: Señor, padecer y ser despreciado por vos. Alcanzadme este santo deseo y la gracia de saberos imitar en la tierra, para después poderos acompañar en el cielo. Amén.

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