Un grupo de ranas estaban de fiesta y se les ocurrió hacer una competencia cuyo premio sería un gran banquete, sumado a una respetable mención de honor. El desafío consistía atravesar una carretera: el inicio estaba de un lado de la calle y la llegada estaba en frente.
Todas las ranas estaban preparadas para dar inicio a la difícil competición, como bien sabemos, cruzar una carretera es tarea de vida o muerte para una rana… La señal de largada no tardo y las ranitas competidoras se lanzaron a saltar para poder llegar a la meta y recibir con mucho honor el reconocimiento y el gran banquete…

Todo marchaba en orden cuando de repente paso un camión velozmente y dos de ellas fueron golpeadas gravemente. Al ver esto, las ranas espectadoras comenzaron a gritar: ¡Vuelvan, no van a poder! ¡Es difícil! Sin embargo, algunas de ellas seguían tratando de cruzar la carretera…
Pero las ranitas espectadoras insistían con todas sus fuerzas al ver que más vehículos pasaban con mucha velocidad. La mayoría había decidido abandonar la competición a excepción de una que con gran velocidad y astucia saltaba con mucha tranquilidad. Con gran satisfacción cruzó la línea de meta… Nadie podía creer lo que veían… ¡Era verdaderamente sorprendente! Luego de la gran competencia todas las ranitas fueron a indagar como es que aquella rana había logrado pasar….
Fue una sorpresa inmensa cuando descubrieron que aquella ranita ganadora era completamente sorda.

La palabra tiene poder de vida y de muerte. Una voz de aliento a alguien que se siente desanimado puede ayudarle a terminar el día, mientras que una palabra negativa puede acabar por destruirlo. Cualquiera puede decir palabras que roben a los demás el espíritu que les permite seguir la lucha en medio de tiempos difíciles. Tengamos cuidado con lo que decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos